Sobresale la sonrisa
tras la barra de aquel bar,
y no hay café sin una samba.
Ríe aquella moza de Rio
sabiendo que los dioses ya se han rendido.
Entretanto, las caderas
avisan de un nuevo bamboleo,
y no hay café sin una samba.
Y no hay tristeza en ese paso,
no hay saudade:
una Copa Cabana en la mesa,
y un frenético golpe de agua.
Acaso el misterio en una mejilla
-con un poco de cachaça se cura-,
y el encuentro en la mirada
para que se pierda nunca.
Ríe aquella moza de Rio
sabiendo que los vasos ya tiemblan,
que sólo hay calma cuando hay vacío,
y que unos ojos que hoy se agitan
mañana te suplicarán que duerman.
Y no hay café sin una samba,
que no es una samba cristiana,
que esa sólo está en tu nombre,
y la bailo por la mañana.
Y si hay Dios, es brasileiro,
sirve copas con maracas,
luce risa ya mulata:
vende magia en una barra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario